Tradiciones
y Costumbres -
Hierro
Se supone que el marino inglés Walter Raleigh (1595) supo de los
depósitos inmensos de hierro en Guayana, por la margen derecha del
Orinoco. Sin embargo, la historia del hierro comenzó poco después
de 1724 con la llegada de los padres capuchinos en misión de
evangelización y desarrollo territorial, al emprender ellos el
trabajo del mineral, evidente en las cercanías de la actual Ciudad
Bolívar, en las «minas frailescas» que alimentaron 4 forjas
catalanas; tanto interesaban los trabajos que los pedidos de la
orden a España se referían al envío a América de «legos
herreros»; hay envíos documentados de mineral de hierro guayanés,
por cuanta plata pudiese además contener la mena, en marzo y en
mayo de 1735; las obras en las fargas alcanzaron su nivel de
operación en 1750; en un memorial enviado al Rey de España en 1740
el gobernador de Guayana narró la explotación de la mina de hierro
de Cupapui, cerca de Upata; igualmente se extraía mineral en los
sitios de Pararaima y Cabaro. Las minas mejor conservadas de los
trabajos de los capuchinos se han localizado 25 km al sur de Ciudad
Bolívar; la mina que sirvió a estas forjas, 6 km al sur en el
cerro Los Pajaritos, se nombró Santa Rosa; hay un pozo de 9,5 m de
profundidad y una galería de por lo menos 17 m de longitud. El
prefecto de los capuchinos hizo una descripción exacta del trabajo
de las misiones en historial del 23 de julio de 1799. La presencia
de la faja ferrífera guayanesa tendría que seguir esperando mucho
tiempo más para su reconocimiento; todos los trabajos de minería
habían cesado para 1849, según informe de Andrés E. Level,
propietario de minas de asfalto en el delta del río Orinoco. La
primera concesión para explotar mineral de hierro se otorgó al
norteamericano Cyrenius Fitzgerald el 22 de septiembre de 1883, por
99 años, sobre todo el actual estado Delta Amacuro creándose la
Compañía Manoa. En 1885, el hijo de Fitzgerald descubrió la mina
de hierro de Imataca. La concesión Fitzgerald fue declarada nula en
1886 y entregada a otro norteamericano, George Turnbull; la muestra
de hierro de Imataca ganó mención honorífica en 1889 en la
Exposición Universal de París. La exportación comenzó en 1888,
si bien el embarque mejor documentado, de 700 t, lo hizo la
compañía Orinoco Iron Company y llegó a Baltimore (Estados
Unidos) en enero de 1901; para 1894 había 10 depósitos reconocidos
de mineral de hierro en Guayana; entre 1912 y 1914, la
Canadian-Venezuelan Ore Company sacó hasta 70.000 t de mena,
exportada a Norteamérica. En 1918 y 1919, pasada la Primera Guerra
Mundial, se aprobaron por ley numerosos títulos de concesión en el
Delta Amacuro. En 1926, Tiburcio de Vera encontró la mina de El
Pao, intrigado por los fenómenos meteorológicos que se producían
en un cerro bajo de la localidad, llamado popularmente El Florero.
La concesión correspondiente fue traspasada en 1933 a la empresa
norteamericana Bethlehem Steel, la cual constituyó la Iron Mines
Company of Venezuela como filial para explotar el yacimiento. El
campamento minero de la Iron Mines quedó terminado en 1937 y la
exportación a Estados Unidos se hacía por el terminal fluvial de
Palúa. También se construyó un ferrocarril, el cual sólo entró
en operaciones en 1950. La expedición a la Guayana venezolana,
dirigida por Guillermo Zuloaga y Manuel Tello (1939), fue de
importancia extraordinaria para la minería venezolana, al describir
y fijar con precisión la dimensión de las formaciones geológicas
de la región. En abril de 1947, geólogos de la Oliver Iron Mining
confirmaron el descubrimiento hecho por Simón Piñero de mineral de
hierro en el cerro La Parida (80 km al sur de Ciudad Bolívar) uno
de los más grandes depósitos de mineral de hierro del mundo y el
cual, a partir de 1948, es conocido con el nombre de cerro Bolívar.
Otro grupo de geólogos venezolanos, dirigido por Gustavo Ascanio y
Ernesto Alcaíno, descubrió, en 1949, el depósito de San Isidro,
el mayor de todos por el volumen de sus reservas probadas. El
cinturón ferrífero se extiende por 700 km en dirección este-oeste
desde la sierra Piacoa (parte de la serranía de Imataca) hasta los
cerros bajos que son «las galeras» del Cinaruco (en el estado
Apure, 25 km al oeste del Orinoco y al norte del río Cinaruco). Las
zonas principales de mineralización de alto tenor están en los
cerros de San Isidro, Bolívar, Arimagua, Altamira y El Trueno; los
yacimientos mayores de menas de bajo tenor son los de María Luisa y
Piacoa. La producción de hierro venezolano a gran escala por parte
de la Orinoco Mining, filial de la U.S. Steel, comenzó en 1950 y
alcanzó más de 20.000.000 t anuales en 1960. Ciudad Piar, sede de
la minería, se fundó el 9 de febrero de 1952; en 1953 y 1959, se
completó el dragado de los caños Macareo y Boca Grande,
respectivamente, para facilitar la exportación; la planta de
briquetas, terminada en 1973, nunca pudo operar. Entre el 11 de
marzo de 1939 y el 6 de julio de 1959, el Gobierno nacional declaró
zonas de reserva del mineral de hierro los estados Bolívar y Delta
Amacuro, más una franja en Apure que incluye las galeras de
Cinaruco y al norte de la ribera izquierda del río Orinoco. La
Corporación Venezolana de Guayana (CVG) fue creada por decreto
presidencial del 29 de diciembre de 1960 y en julio de 1962 inició
operaciones en la planta de Matanzas su empresa filial Siderúrgica
del Orinoco (SIDOR). El intento de construcción de una segunda
planta al sur de Maracaibo durante la década de 1970 fue
infructuoso. El Estado se reservó la industria del hierro el 1 de
enero de 1975. Ferrominera Orinoco es la empresa estatal que se
encargó de coordinar y ejecutar los trabajos de extracción y
manejo del mineral de hierro. Las reservas remanentes de mineral de
hierro alcanzan los 2.000.000.000 de toneladas métricas; la
extracción subió nuevamente a los 20.000.000 de toneladas
métricas anuales en 1990, de los cuales la mitad procede de la mina
de San Isidro, abierta a la minería en 1985. Las exportaciones de
10.000.000 de toneladas métricas en 1992, se dirigieron
principalmente a Estados Unidos, Japón, Reino Unido y
Bélgica.
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