Tradiciones
y Costumbres - Cacao
Era
cultivado y usado por los indígenas de Venezuela desde los tiempos
precolombinos, como alimento y acaso también con fines votivos en
el culto de los dioses primitivos. Se conoce que lo había en la
región de nuestros Andes y en los alrededores de la laguna de
Tacarigua, donde aparece representado en los cacharros descubiertos
recientemente en los yacimientos arqueológicos. El consumo interno
debió extenderse en el siglo XVI, y muy tempranamente pasó también
a Europa, pues en la descripción de la laguna de Maracaibo, hecha
por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga en 1579, enviada al
gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, Juan de
Pimentel, se le menciona entre los frutos procedentes de Mérida que
podrían conducirse a España. Aunque aparecen algunas exportaciones
por La Guaira en 1607, las extracciones regulares y su rápido
incremento no se produjeron sino a partir de 1621. Este comercio
siguió en aumento y ya en 1631 se exportaron más de 2.000 fanegas
con destino a México, España y otros lugares, estimándose el
consumo interno en otras 2.000 fanegas, lo que supone la existencia
de más de 350.000 árboles en plena producción. La Corona española
trató de fomentar este cultivo y con tal objeto le concedió la
exoneración de los derechos de almojarifazgo, aunque a condición
de que los embarcadores fueran pobladores de la misma gobernación
pues fueron éstos quienes lo pidieron, y gozaron de tal privilegio
desde 1638 hasta 1650. Deben desestimarse por enteramente falsas las
noticias que se encuentran en François Depons, Rafael María Baralt
y particularmente en Agustín Codazzi, quienes atribuyen a los
holandeses «el fomento» de este cultivo a partir de 1634 y su
introducción en Venezuela, cuando es un fruto originario del país,
y su empleo en diferentes aplicaciones un aporte del indígena
venezolano a la cultura de Occidente.
Desde finales del siglo XVI, las plantaciones se fueron extendiendo
a lo largo de la costa de Caracas en las haciendas de Choroní,
Ocumare, Chuao, Turiamo y Guaiguaza; en los valles de Caucagua,
Capaya, Curiepe y El Guapo; en los de Cúpira, en las márgenes del
Aroa; en Barquisimeto, Chivacoa, Güigüe y Orituco; en Trujillo y Mérida,
cuya producción se exportaba por Maracaibo; y hacia la región
oriental, en la provincia de la Nueva Andalucía. El comercio a que
dio lugar este fruto, constituyó la mayor riqueza de estas
gobernaciones durante todo el período colonial, por ser el cacao un
artículo muy valioso y de una gran demanda en los mercados de
Europa y de América, y entre éstos particularmente los de México,
que se convirtieron en el principal consumidor de nuestro cacao,
hasta mediados del siglo XVIII, y sirvió para enriquecer a las
clases mercantiles y agricultoras de la antigua gobernación de
Caracas.
Una de las consecuencias más importantes del cultivo y comercio del
cacao, fue el establecimiento del tráfico marítimo entre La Guaira
y Veracruz (México) y el más importante por su volumen y beneficio
durante todo el siglo XVII hasta 1730. Antes de 1620 la comunicación
directa con la Nueva España era muy escasa; pero una vez conocido
el interés por el cacao del que hacía un intenso consumo, fue
creciendo cada vez más, al punto de que era frecuente la partida y
retorno de 4 o más naves anuales entre los 2 puertos, y en algunas
ocasiones ese número se elevó a 11 barcos. A menudo los mercaderes
que llegaban de Sevilla o las Canarias, al conocer las elevadas
ganancias que proporcionaba este comercio, preferían cargar cacao
en La Guaira y navegar hacia Veracruz donde lo vendían, y en no
pocas ocasiones repitieron esta operación antes de regresar a la
Península. Sin embargo, estos viajes no eran libres y para hacerlos
era necesaria una licencia especial de la Casa de Contratación de
Sevilla. Como resultado de la intensificación de este tráfico,
comenzó a formarse en Venezuela, desde mediados del siglo XVII, una
flotilla propiedad de los cosecheros y mercaderes de Caracas,
dedicada exclusivamente al comercio del cacao con México,
invirtiendo parte de su producto en la compra de artículos de la
industria y artesanía locales, y aun agrícolas, que tuviesen
demanda en los mercados caraqueños y su jurisdicción, lo cual les
proporcionaba una ganancia adicional sobre la ya muy crecida de la
venta del cacao. Estas utilidades resultado de la diferencia entre
el precio de 50 pesos y aun más, la fanega, y los costos de
producción, transporte y mercadeo, que podía llegar hasta 15
pesos, y no más, permitió el atesoramiento y la formación de
grandes fortunas en manos de los mercaderes locales, en su mayoría
también agricultores dotados de espíritu emprendedor que les llevó
a buscar mayores beneficios en la colocación directa de su producción
en los mercados foráneos.
Una vez que dispusieron de barcos propios, con la creación de la
Flota Colonial Venezolana, esos cosecheros y mercaderes criollos
vieron con hostilidad las naves metropolitanas que tomaban carga
para Veracruz, y trataron de entorpecer ese comercio, tanto en el
terreno jurídico como en el de los hechos, negándoles el
suministro de cacao al tiempo que se dirigían al gobierno español
en solicitud de protección para los intereses de los vecinos. Estos
reclamos y continuos clamores de Venezuela la pusieron finalmente en
posesión de privilegios que, hacia 1674, le permitieron ejercer un
monopolio casi absoluto en el mercado mexicano al excluir del
negocio del cacao de Caracas con la Nueva España a otros
transportistas, y no habiendo otro efecto que pudiese sostener la
navegación entre los puertos de Venezuela y el de Veracruz, de
hecho quedaba todo el tráfico en manos de los mercaderes caraqueños.
Ese monopolio fue concedido en perjuicio de la provincia de
Guayaquil, principal competidor en el comercio cacaotero por su
mayor volumen de producción y precios más bajos. Aunque el cacao
de Caracas justificaba su precio más elevado en una calidad que le
daba preferencia entre los consumidores. En muchas ocasiones los
embarcadores venezolanos hallaron en México existencias de 90.000 o
de 100.000 fanegas de cacao de Guayaquil, contra 20.000 o 25.000
fanegas remitidas por Caracas. Esta provincia introdujo una
representación ante el Consejo de Indias, por la cual pidió que se
prohibiese llegar a México el cacao de Guayaquil. En adelante el
grano de esa procedencia tuvo que recurrir al expediente de las
introducciones clandestinas por Acapulco en los tiempos de extrema
carestía del fruto. Este trato clandestino dio origen a nuevas
representaciones de Caracas, alegando el virrey de México que no
había podido excusarlas por tratarse de arribadas forzosas y
existir escasez por tener el cacao gran consumo y «ser el principal
alimento». Aunque el virrey apoyó que se autorizase la entrada de
cacao por Acapulco pagando dobles derechos, el Consejo de Indias
apoyó la posición de Caracas. Mediante este comercio exclusivo,
los mercaderes y agricultores caraqueños lograron formar a sus
expensas una numerosa flota compuesta de 18 navíos de mediano y
gran porte, que conducía el cacao a Veracruz y en el viaje de
retorno cargaba platos y cacharros de barro fabricados en México,
utensilios de plata, instrumentos musicales y de labranza, y algunos
paños de fabricación local, como los famosos «zarapes» y otros
objetos de la pintoresca artesanía mexicana, harina y algunos artículos
de origen asiático introducidos desde las Filipinas por Acapulco.
Pero el valor de todos estos artículos era relativamente
insignificante, pues el grueso del retorno hacíase en plata y oro
amonedados, que llegó a constituir la totalidad de la moneda en
circulación en Venezuela, pues de la española había muy poco ya
que las naves del comercio con la metrópoli retornaba a ésta con
los frutos adquiridos por la venta de los artículos europeos y
generalmente, la diferencia siendo a favor de éstos, la conducían
en dinero o en letras de cambio pagaderas en Sevilla o Cádiz.
Habitualmente, Venezuela continuó recibiendo de México, hasta
finales del siglo XVIII, unos 500.000 pesos anuales a cambio de
10.000 fanegas de promedio en los 30 últimos años del siglo XVIII,
promedio que se elevó a 18.000 fanegas en los años de 1701-1780.
El resumen de las exportaciones de cacao de 1621-1700, arroja el
siguiente resultado:
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México 357.766 fanegas = 82,18 %
España 71.595 fanegas = 16,43 %
Otros destinos 5.991 fanegas = 1,39 %
Total 435.352 fanegas = 100,00 %
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En los 30 años siguientes estas tendencias se acentuaron, de tal
manera que México recibió cantidades muy superiores, en tanto que
las remesas a España cayeron hasta un punto crítico, que alcanzó
apenas 14.172 fanegas en los primeros 20 años, producto de sólo 4
remesas, faltando absolutamente en 16 años. En ese período de
1701-1730, las extracciones se resumen así:
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México 462.107 fanegas = 75,0 %
Prom. Anual 15.403 fanegas
España 54.415 fanegas = 8,9 %
Prom. Anual: 1.813 fanegas
Islas Canarias 4.721 fanegas = 5,6 %
Compañía Francesa 2.327 fanegas = 5,3 %
Compañía Inglesa 3.433 fanegas = 2,2 %
Islas Barlovento 2.577 fanegas = 2,0 %
Total 609.580 fanegas = 100,0 %
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Entre 1701 y 1713 en que se firmó la paz por el Tratado de Utrecht,
la Guerra de Sucesión mantuvo a España comprometida en uno de sus
más graves conflictos bélicos con Inglaterra, que le costó la pérdida
de Gibraltar y Menorca. También ese tratado del año 1713 desplazó
a la Compañía Francesa y colocó en su lugar a la Compañía
Inglesa. Durante esa guerra, la suspensión de comercio con la metrópoli
fue casi absoluta y en toda esa segunda década, España apenas
recibió un solo embarque de cacao de Caracas, precisamente en ese año
de 1713, por 4.025 fanegas. En la tercera década la situación
mejoró en forma notable pues en esos 10 años de 1720-1729 recibió
26.760 fanegas, y el estado de desabastecimiento continuó
produciendo amargas quejas que llegaron a la Corona, las cuales señalaban
la culpabilidad de la Compañía Inglesa. Fue entonces cuando entró
en escena la Compañía Guipuzcoana, y en el primer año de su
ejercicio (1730) condujo a España 13.483 fanegas, una cantidad
ligeramente superior a la mitad de todas las introducciones de los
10 años precedentes.
A partir, pues, de esa fecha el giro mercantil de la gobernación de
Caracas cambió, aunque sólo en cuanto al volumen de sus embarques
e introducciones, pues bajo la presencia de la Guipuzcoana, España
pasó al primer lugar y México al segundo, no obstante que el
promedio anual subió sobre el período anterior.
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España 1.103.323 fanegas = 47,4 %
Prom. Anual: 23.474 fanegas
México 799.978 fanegas = 34,3 %
Prom. Anual: 17.020 fanegas
Islas Canarias 249.636 fanegas = 10,7 %
Prom. Anual: 5.311 fanegas
Compañía Inglesa 31.685 fanegas = 1,4 %
Prom. Anual: 647 fanegas
Islas de Barlovento 61.093 fanegas = 2,6 %
Prom. Anual: 1.299 fanegas
Colonias Extranjeras 82.911 fanegas = 3,5 %
Prom. Anual: 1.764 fanegas
Total 2.328.626 fanegas = 47,4 %
Prom. Anual 49.545 fanegas
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Sin embargo, aunque el promedio anual de las extracciones de cacao
subió casi el 150%, el beneficio de estas ventas no siguió el
mismo curso pues la Compañía Guipuzcoana abatió los precios
internos, que llegaron a descender a 8 pesos la fanega, que según
los cosecheros no alcanzaban a pagar el costo; en cambio las
exportaciones con destino a México, se colocaban en Veracruz y
después en la Feria de Jalapa, hasta 35 y 40 pesos, que eran
recibidos casi íntegramente por los agricultores, quienes eran a su
vez mercaderes y exportadores, o asociados de éstos. Lo cierto es
que el producto de esas ventas ingresaba a la gobernación de
Caracas. Sólo después de la revuelta de Juan Francisco de León,
en 1749, el cacao experimentó alzas que le llevaron a 16 pesos la
fanega. Estimando un promedio de precio de 13 pesos, las 1.103.323
fanegas exportadas por la Guipuzcoana, produjeron 14.343.000 pesos;
en tanto que las 800.000 fanegas vendidas en México a un promedio
de 30 pesos, deducidos los gastos de transporte han debido producir
24.000.000 de pesos, o sea, 59,7% más sobre un volumen de ventas
menor en 13,1% a las colocaciones en España, pues los beneficios
del mercadeo no ingresaban al territorio de la gobernación de
Caracas. Una vez cancelado el contrato de la Guipuzcoana y habiendo
cesado de hecho su monopolio a partir de 1780, el mercadeo
metropolitano quedó abierto a todos los mercaderes, pero pocos años
más tarde, al extenderse a esta gobernación el Decreto de Comercio
Libre, Caracas perdió su monopolio en México, y los comerciantes y
navieros venezolanos abandonaron su interés por ese mercado, que
fue ocupado en primer lugar por el cacao de Guayaquil; y por el de
Maracaibo y Cumaná, puertos de expedición de las zonas cacaoteras
de oriente y occidente del país.
A partir de 1790 comenzó el ascenso del café, que alcanza el mismo
nivel del cacao hacia el año de 1810. Los sucesos políticos
siguientes afectaron el comercio del cacao, que perdió el mercado
de España y otros de Europa, de manera que en 1830 la exportación
de este grano fue de 30.000 fanegas; oscila entre esta cifra y la de
40.000, hasta el año de 1850. La Guerra Federal hace declinar
violentamente su comercio y precios, y no se repone sino después de
1875 y hacia finales del siglo alcanza las 80.000 fanegas, hasta
entrar el siglo xx. En 1904 su exportación pasó de 14.000 t
(133.000 fanegas), y desde entonces se mantuvo en ese nivel con
oscilaciones hasta 20.000 t (182.000 fanegas), aunque los precios no
han seguido la misma tendencia. Al entrar el siglo se cotiza a Bs.
1,50 kg, la crisis de la década de 1930 lo abate seriamente y en
1935 es de sólo Bs. 0,47. E.AR.F.
Para tener una idea acerca de la evolución del cultivo durante los
primeros 30 años del siglo xx, es preciso recurrir a las cifras de
exportación, las cuales resultan mucho más confiables que las
escasas estimaciones acerca de producción o demanda interna. Hasta
comienzos de la Primera Guerra Mundial (1914), las exportaciones de
cacao oscilaron entre 8.000 y 18.000 t, con un promedio de 16.000
t/año. A partir de 1916 y hasta la gran depresión económica de la
década de 1930, el promedio anual de exportaciones fue de 20.000 t,
con un máximo de 21.000 t en 1921, cifra que no se ha vuelto a
alcanzar, debido a la estabilización de las superficies bajo
cultivo y principalmente, a causa de que la producción descendió
en un 50% entre 1963 y 1984. La producción promedio del quinquenio
1989-1993 fue de 15.392 t. Los principales estados productores son
Miranda y Sucre, cada uno con 42% de la producción. Las
exportaciones correspondientes al año 1983 alcanzaron 7.647 t, por
valor de Bs. 767.000.000 a precios corrientes, para el cacao
almendra. Desde 1959, se vienen exportando productos
industrializados (manteca de cacao, cacao soluble y licor de cacao)
en magnitudes crecientes
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